No me voy a referir a lo económico y laboral, pues ha sido abordado por muchos y todos llegamos a la misma conclusión: este gobierno no sabe lo que el país necesita; están demasiado adoctrinados y podridos. Como fuese, hablaré sobre la seguridad ciudadana que no solo ha dependido de los que ahora están en el poder (pese a que sacaron una ley que favorece a terroristas y a Antauro).

Supuestamente, el Estado está para defender al individuo y protegerlo frente a los abusos de organizaciones o personas por igual. Por ello, nuestros derechos son nuestra carta de garantía. Entonces, ¿tiene sentido que el victimario tenga más beneficios que una persona corriente? En teoría y lógica no, pero para nuestros políticos sí (sea por la influencia de doctrinas de izquierda, conveniencia y adaptabilidad o poder económico). Todo está hecho para proteger a quien se porta mal. Como dice Durand, en el Perú conviven y crean una simbiosis entre la formalidad, la informalidad y la ilegalidad, y de esa interacción salen los más grandes problemas.

Nuestro sistema jurídico es estúpido. La idea izquierdista que reza que todo hombre es bueno y la sociedad lo corrompe es una idiotez para justificar que el sistema capitalista, cualquiera su forma, es el mal a tumbar. Por si acaso, sé que el postulado inicial es del idiota ilustrado Rousseau, pero los otros lo recogieron porque les servía. ¿Dónde queda que el hombre nace con instintos que deben ser educados y canalizados positivamente para no tener degenerados ni abusivos? Eso está probado científicamente, para desgracia nadie presta atención. Para males, aquí se impuso el pensamiento tarado y se llevó a que las palabras educar, reinsertar, articular e incidir se convierten en sinónimos de inacción, impunidad, corrupción y joda.

Después de haber visto eso no es de extrañar que el delincuente, sea encumbrado o misio, tenga más derechos, apoyo y protección que cualquiera de nosotros. ¿Por qué los delincuentes salen tan rápido y tienen tantas cortesías? Porque todos, sean organizaciones criminales (terroristas también), políticos de cualquier bandera y empresarios necesitan: dealers, operadores de poca monta y fuerza de choque hasta para desalojos (legales e ilegales). Además, les sirve de tapadera, pues la gente siempre estará más atenta a su seguridad inmediata que a movidas de alto nivel.

Si no fuera así, no tendría sentido alguno en que tengan beneficios penitenciarios, leyes que cambian las condiciones de los juicios y/o sentencias para que sigan con sus vidas civiles como si nada hubiera pasado. Aparte que las cárceles son universidades de la maldad y la corrupción donde viven de nuestros impuestos. Lo peor de todo es que hemos llegado al extremo que hace que la víctima pague por daños y perjuicios al asaltante o que el Estado les pague reparaciones civiles a los terroristas. No es de extrañar que haya jueces, fiscales, abogados y políticos bien adoctrinados que defienden a capa y espada posiciones risibles como ésta. La más grande conchudez, totalmente fuera de foco.

No puedo dejar pasar la ocasión para recordar a las nefastas ONGs de DDHH (todas manejadas por rojos), prestas a brindar ayuda a choros y guerrilleros, y joderle la vida a gente común y trabajadora. Como bien dije antes, a todo esto se acomoda la derecha pues hacen uso del sistema corrupto para salir de los apuros en los que los mete su desmedida ambición. Peor aún, no se dan cuenta que le siguen dando poder a sus enemigos políticos y a los enemigos públicos, que en algún momento, tratarán de barrerlos también.

Esto me lleva a pensar en la estrategia comunista para tomar el poder, pese a su atomización y discrepancias, todos tienen algo claro: una revolución social y el espacio necesario para operar. Lo vemos con el gobierno actual y cómo ha copado el poder con serviles inútiles adeptos para asegurar su posición y minar desde dentro el sistema. Esto es lo que enseñaron los demás izquierdistas a Sendero. Aprendieron muy bien de sus hermanitos menos radicales que, aprovechándose del poder y el dinerito fácil, crearon posiciones mucho más defendibles a los ojos de la gente común. Paciencia simplemente. Entonces, operan en ambos campos con total libertad y mejor nivel de asociación. Sendero se dio cuenta que la lucha armada y el tráfico ilícito no eran los únicos medios; infiltrarse, llegar a ser legales y pasar como víctimas es lo mejor que podían hacer (el MOVADEF consiguió 300mil firmas para inscribirse increíblemente, no sé si por obra y gracia de gentuza radical, ignorantes o imbéciles o las tres anteriores). Asqueroso y cierto, felizmente a los magistrados del JNE se les prendió el foco y le negaron el trámite.

Por todo lo anterior, me parece triste que no se apliquen las leyes en contra de la apología a la porquería ni que haya pena de muerte para casos de crímenes graves, traición a la patria o terrorismo. Hay pruebas que demuestran que son disuasivas, Singapur es el mejor ejemplo (evidentemente que con sus pro y contras). Aparte, es una gran pendejada que los malhechores se amparen en los derechos fundamentales, y en el sistema democrático y legal que no respetan, que no quieren y que han corrompido. Esto va desde los delincuentes menores, pasando por los pandilleros hasta llegar a los más grandes malnacidos. Es el colmo que tengan espacios televisivos para mostrar sus acciones (por ejemplo, en el caso de programas sobre barristas y gentuza de ese tipo) o que puedan hablar estupideces sobre la época de la, mal llamada, guerra interna. Distintos temas, distintos personajes, mismo fondo moral.

Esto me lleva a ver lo ocurrido en los últimos días entre Urresti y los terroristas “reinsertados”. Primero, esta gente debería estar vigilada y no deberían tener espacio de reunión ni de manifestación de ideas. Cuanto más se les hostigue y reprima, mejor. Tienen que aprender por miedo, saber que son repudiados y nadie los quiere cerca, que al menor movimiento serán barridos. Perdónenme los liberales, pero ¿qué hicieron para combatir ideológicamente a Sendero o al MRTA? NADA. ¿Pudieron hacer algo los partidos clásicos? Salvo el APRA, ninguno pudo pecharlos. Tuvo que llegar Fujimori con su horda dispuesta a todo para paliar la situación. Ahora, en un espacio donde los partidos están venidos a menos y son corruptos, donde se han fortalecido los grupos de izquierda radical en las provincias, donde la gente es más ignorante, donde reina la impunidad para los malos (suena cliché, pero es cierto), ¿creen Uds. que se les pueda dejar tranquilos y confrontarlos con ideas? Por favor, no seamos ingenuos.

Tal es la magnitud de ello que he sido testigo, por desgracia y casualidad, de como un chiquillo del MOVADEF (aunque él lo negó) destrozó en un debate a un compañero que se decía liberal. Eso sí, nunca han abandonado su retórica violentista, solo la maquillan. Al darles espacio sus ideas se han propagado nuevamente y se han enquistado en las universidades, sindicatos y movimientos culturales. ¿Queremos, nuevamente, vivir en constante paranoia y dolor? En lo personal, prefiero que sufran esas lacras a que suframos nosotros.

Urresti, bueno, es la manifestación de lo anterior, estaba bien calculado por parte de todos los involucrados y cae como:

• Cortina de humo - para distraernos de los entripados de este gobierno, sus aliados, amigos y socios.

• Propaganda y populismo -con un tema candente, generar recordación y posicionarse políticamente es fácil.

• Victimización de ambas partes -por un lado el gobierno abnegado y trabajador, y, por el otro, los pobres incomprendidos que “solo quieren paz y espacio para compartir”.

• Darles espacio y tribuna al tratarlos de igual -si, tal cual lo hizo la Comisión de la Verdad, que igualó al Estado peruano a un grupo de fanáticos genocidas. Cierto es que los gobiernos de turno se excedieron en algunas cosas, pero era imposible acabar o disminuir a Sendero de otra forma.

• “Educar” –algunos necesitaban escuchar que el MOVADEF es Sendero, una tira de asesinos adoctrinados. A otros se les dio espacio para jalar gente a para el partido nacionalista. Por último, se le dio oportunidad a SL para jalar a los confundidos con la retórica del Estado que ha claudicado a la derecha y esa es la manifestación de la represión.