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Todos somos delincuentes

Los mensajes de Humala y Urresti

Publicado: 2014-10-15

Las frases de Humala y Urresti son desafortunadas para algunos y malintencionadas para los que piensan como yo.

Minimizar un problema multidimensional y achacárselo a un fenómeno mundial es una seria muestra de populismo en su peor expresión. Va más allá del acto de querer calmar a la gente con desinformación o de insultarnos a todos tratándonos de delincuentes o idiotas. A mi juicio se trata de un juego de mensajes subliminales para que interioricemos que todo en el país está mal y que la razón de nuestras aflicciones es tener contacto con el mundo, mejor dicho, con la economía de mercado.

Me explico: Muchos ideólogos de izquierda y otros tantos dogmáticos (de cualquier tienda) han puntualizado, erróneamente, que la globalización es un fenómeno que responde únicamente a un medio impregnado del capitalismo neoliberal (o liberal, dependiendo del autor). Es evidente que de esa escuela son nuestro presidente, la gente que la acompaña y tanto detestable que ha ganado las elecciones en provincias. Entonces, si el sicariato es producto de la globalización, el modelo económico (y todo lo trabajado para darle impulso al país) es el motor de los problemas y hay que cambiarlo para aplacar este azote. Sin decirlo, nos han restregado sus ganas de tumbar todo y darle rienda suelta a la "gran transformación".

En vista de lo anterior, es indudable que se necesitan llevar a cabo reformas profundas para tener una sociedad más armoniosa (cambiar leyes, fortalecer instituciones, plantar políticas de Estado, mejorar estrategias y demás). Sin embargo, lanzarse a declarar como lo hicieron, es una locura y una irresponsabilidad porque crea incertidumbre y desasosiego. No se dan cuentan que solo muestran su ineptitud y falta de lectura de la realidad. Habla del arte que tienen para mostrar lo banal como grandes obras (bastó ver la captura del “cruel y sanguinario” esposo de Edita) y lo importante como una fruslería. Parece que no ven las noticias donde, por S/.50, un mocoso drogadicto y pandillero mata sin remordimientos a quien le indiquen.

Otro problema es la flexibilidad con la que se trata a los malhechores (incluyendo a los corruptos y terroristas también). Esa gente tiene más derechos que nadie, tienen mayores beneficios y pueden fregar a todo el mundo con impunidad (dicho sea de paso: MALDITAS ONGs DE DERECHOS HUMANOS). Creo, sinceramente, que la pena de muerte para crímenes terribles y traición a la patria sí es disuasiva y debe implantarse. Es un hecho probado que la cárcel es un club donde todos pagamos por mantener a esas lacras.

Asimismo, la sociedad en su conjunto (incluyendo al Estado) tiene que lanzarse en pos de una mejora en educación personal/familiar y académica. No podemos zafar de nuestra responsabilidad de inculcar valores y lo que corresponde. Es claro que cuanto más se debilita la educación en casa, aunado a la pésima educación escolar, todo tiende a la ruina y los resultados los estamos viviendo. Como me dijeron el otro día: "cuando se daban más correazos habían menos maleantes; cuando la letra con sangre entraba, más cerebro se desarrollaba". Quizá suene cruel para tanto aniñado ahora, pero quienes hemos vivido una educación balanceada entre la comunicación efectiva, con mucho tiempo de calidad y con corrección cuando era necesario, sabemos que funciona. La prueba es tan simple como ver imagenes que muestran nuestras ciudades más limpias y las puertas de casas abiertas en zonas donde ahora eso es impensable.

Como vemos, el sicariato no es producto de la globalización, estamos hablando de un problema social, de decadencia moral y de la muerte de la inteligencia. Es claro que cuando hay más dinero y menos control el mal se lanza a fregarnos a todos, pero no es un asunto que responda al modelo económico directamente. Asimismo, sabemos todos que los asesinatos se dan en cualquier lado, en cualquier condición y, es un hecho histórico, que se han dado siempre en alguna medida. Lo que se debe hacer es combatirlo, con fuerza y con educación.


Escrito por

Carlos Daniel

Administrador de Empresas. Especialista en proyectos para el desarrollo. Escritor y compositor.


Publicado en

Consenso Ilusorio

Espacio de política. No me caso con nadie.