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Sentencias de muerte II

Publicado: 2014-10-08

En el caso del PPC, bueno, pasar de tener 15 alcaldías a solo 5, creo, para un partido que es solo fuerte en la capital, es desastroso. Eso se lo deben a tres cosas: (1) El enfrentamiento constante de Flores y su grupito con los demás, (2) el contraste de gestiones eficientes y desastrosas, con de más de una imputación de corrupción y enquistamiento, y (3) la fulminación de sus mejores cuadros, personas que, a pesar de no ser la madre Teresa, tenían buena proyección política.

Flores, Pérez-Tello, Castro y, hasta, Fulanito de Tal, han tratado de negar todo ello. Se han puesto la piel de estilistas para maquillar la realidad. El hecho es que el PPC ha grabado su epitafio en la lápida. La falta de olfato político que muestran constantemente es patológica. Pactan cuando tienen que ir solos, se pelean con sus aliados cuando tienen que acercarlos, ensalzan a quienes deben condenar y condenan a quienes deben ayudar. Tal cual Perú Posible, solo que sin flagrantes delitos por el momento.

Según veo, la raíz de todos esos males es querer mantener la figura de Flores y otros. Para darles una posición dominante siempre han desvirtuado la estructura del partido (aunque lo nieguen rotundamente). Posición que no han ganado ni por logros ni por inteligencia política. Si ese apoyo fuera congruente con las formas y regulaciones partidarias, bueno, se podría entender. En ese escenario, cada facción bailaría en un estado de igualdad de posibilidades. Pero desde el momento que la figura de Bedolla y sus ahijados se convirtió en la “sagrada familia”, nadie con una ambición (sana o malsana) que tenga el apoyo de las bases (que rara vez son escuchadas en cualquier partido en el Perú) podrá ejercer un cargo tranquilo ni tender puentes para solucionar las disputas internas. De ahí tenemos que cada quien se dispare por su lado, son como dos partidos dentro de uno.

Ahora bien, el séquito de Lulú ha quemado y lesionado a los caballos ganadores a cada rato (eso sin dejar de decir que los otros grupos también lo han hecho, aunque más discretamente). Los han desamparado cuando debieron respaldarlos (caso de los alcaldes distritales frente a Villarán por algunos temas) o han promovido, por encima de todos ellos, a figuras tan patéticas como Secada. No es un fenómeno aislado, hay varios casos ya. Son muchos los personajes, relativamente exitosos como “independientes”, que volaron por razones similares.

Todos esos líos son percibidos por los votantes de la siguiente manera: si no está en orden su casa, menos lo estará la ciudad en sus manos. Si a eso le sumamos el punto 2 del párrafo introductor, bueno, ahí están los resultados oficiales. Como dije antes, que se vea en rutilante technicolor desde fuera es sumamente grave.

Quien sea presidente del PPC y no sea de la facción dominante –aunque este grupo no tenga respaldo masivo internamente- tendrá problemas constantes. Muestras sobran: Raúl Castro tiene que lidiar con un contrapeso nada suave ni leal. Al primer movimiento lo atacan y él responde en igual magnitud. Ello se acrecienta porque muchos de su equipo son gente que “tiene que pagar derecho de piso”, no tienen tanta trayectoria. Por tanto, una candidatura como la de Jaime Zea, avalada por Castro y compañía, jamás iba a prosperar. No solo se trató de la imagen dentro y fuera del partido, sino de los ataques que llegaron de todos los frentes y en todas las formas (desde saludos y regalos, hasta descalificaciones). Aparte, las propuestas ppcistas en general, esta vez, no respondían a lo que la ciudad necesita. Eran testimoniales.

El PPC está más cerca de una escisión que de una reconciliación consigo mismo. Hace mucho tiempo que dejaron de salir en bloque y lavar sus trapitos a puertas cerradas. Si no aprenden de esta lección, bueno, requiescat in pace…


Escrito por

Carlos Daniel

Administrador de Empresas. Especialista en proyectos para el desarrollo. Escritor y compositor.


Publicado en

Consenso Ilusorio

Espacio de política. No me caso con nadie.